miércoles, 21 de marzo de 2012
lunes, 12 de marzo de 2012
La vivienda tradicional en el Campo de calatrava y su diversidad
Condicionamientos del medio físico en la vivienda calatraveña
El estatus económico, de los que habitan la vivienda es también decisivo en la organización de la construcción popular tradicional. Los propietarios con tierras tenían casas grandes con dos plantas e, incluso, algunas tres con el pajar. Construidas con piedras y mochetas de ladrillos para recercar los huecos. Portadas grandes con o sin portil, patio y corral espacioso con varias dependencias e, incluso, noria, establos para los animales de labor, dependencias para aperos, atrojes para granos, cueva, etc. Los jornaleros sin tierra tenían casas pequeñas, estas casas no necesitaban de la amplitud, ni la funcionalidad que el trabajo agrícola requería, suelen carecer de portada, el patio pequeño y habitualmente tenían una sola planta.
La familia disponía de varias habitaciones que hacían función de dormitorios, como máximo dos dormitorios, había muchas casas donde toda la familia dormía en una habitación. Un pasillo daba acceso al dormitorio y, si había otro más, solían ser correlativos, también el pasillo comunicaba con la cuadra en la que estaban los animales. La mayoría de estas casas contaban sólo con un piso, ocasionalmente, tenía alguna cámara para guardar productos y otros utensilios de utilidad.
En los techos de la segunda planta se emplean cielos rasos a base de carrizo o zarzos de cañas, en ambos casos enlucidos con yeso cuyo terminado resulta igual que las paredes.
El único hueco más grande, la puerta da acceso a la casilla, orientada siempre al sur, justo abre y apoya junto al primer pesebre de la derecha y enfrente de ésta, entre el otro pesebre y los pies del segundo poyo siempre ha hay un hueco o espacio que se utilizaba de “pajera” y granero en “costales” para alimentar a los animales. Además de la puerta, todas las casillas tienen otros dos pequeños huecos, el tragaluz como un pequeño ojo de buey en el testero de la cuadra que al saliente para avisar a los gañanes del alba y la otra abertura cenital, la chimenea al poniente. Los tres huecos de las quinterías están presentes para renovar y airear la estancia justo sin que entre frío en invierno y calor en el verano y mantenga la iluminación suficiente para las tareas habituales de cocinar, comer, calzarse, más algún que otro arreglo de aperos, arreos, etc.
El hortelano con su familia permanencia durante cinco o seis meses en la huerta sin habitar la casa del pueblo desde finales de mayo hasta octubre, desde que empezaba la siega, la trilla y tolas las faenas de la “era” y, además, paralelamente, se criaban en la huerta productos de huerta o regadío como judías, patatas, panizo, maíz, etc. Todas las actividades de la huerta se realizaban como por aquí decían en los “meses grandes”, es decir, finales de primavera, verano, e inicio del otoño cuando los días son más largos y en plana calima veraniega con lo cual los animales se sacan de la casilla a una “corrala” aneja, la lumbre y los guisos se hacen fuera de la habitual chimenea en un “hogaril” y también solían dormir fuera de la casilla en la era, En todas estas faenas siempre estaba presente la noria con sus infinitas vueltas para mantener la “alberca” llena de agua y la despensa de la hortaliza, así como el resto de las plantas bien regadas.
El patio es la pieza central en torno al cual se articulan el resto de los elementos por lo que es el núcleo organizador de todo el conjunto, la superficie de éste es grande, lo suficiente para que un carro tirado por animales pudiera dar la vuelta en él. El patio está provisto de pozo, pilas de abrevadero y pesebres, además de los que hay en los establos.
La cocina, de gran tamaño y muy a mano desde todo el recito, rectangular, con un fuego o campana siempre adosada al muro y a ambos lados del fogón algún poyo o banco corrido para sentarse y a la vez utilizados como camastros. Sobre los poyos y a la altura de la cabeza varias estacas para colgar aperos, mantas, ropa u otros objetos. Otro elemento de la cocina es la despensa, alacena o vasares.
Balcones
Las puertas o “portadas” de entrada a la zona de labranza son más grandes y están menos trabajadas, suelen estar diferenciadas del resto de la casa o dan a otra calle, ya que estas casas de labor suelen ocupar toda una manzana
Sólo se emplean ventanas mayores para usos agropecuarios como las “piqueras” o ventanas para subir grano, paja, etc. Los huecos de la vivienda pequeños y sin cristales van provistos de contraventanas o “fraileros” de madera en cuarterones pintados en azul o verdes, frente a la monotonía de la cal, para protegerlos de las inclemencias.
De acceso desde el patio principal a la galería de la vivienda, suele ser interior de dos tiempos o de “ ida y vuelta” el hueco que deja el tramo superior abajo en el patio se aprovecha para la bajada a la cueva y en su defecto para una despensa o alacena. Los respiradero que tienen hechos tanto en obra con en la madera de las puertas son unas verdaderas obras maestras de la más pura tradición mudéjar.
La aridez ha sido uno de los mayores condicionantes de la vivienda en esta
comarca; así pues, los huecos han sido pocos y pequeños, el único vano en la quintería de ciertas dimensiones es la puerta de entrada, a lo sumo, alguna ventana, ambas casi siempre orientadas al sur. Otra abertura de escasas dimensiones es el tragaluz, situado en testero contrario a la chimenea, en el centro del remate triangular que mira al este, única entrada de luz natural se produce por este pequeño ojo de buey; está situado al oriente, las primeras luces, tras la salida del sol, alertaran a los gañanes del inicio del nuevo día. En el hastial contrario al tragaluz, otra entrada de luz natural, el hueco cenital de la chimenea, suele estar al poniente.
”Existen tres huecos de comunicación del espacio interior con el exterior, dos de ellos permanentemente abiertos y situados en los extremos del lado más largo del rectángulo interior (chimenea y tragaluz) y el otro la puerta en el muro del medio día…”
Sobre los huecos, Miguel Fisac realiza la siguiente descripción: ”Existen tres huecos de comunicación del espacio interior con el exterior, dos de ellos permanentemente abiertos y situados en los extremos del lado más largo del rectángulo interior (chimenea y tragaluz) y el otro la puerta en el muro del medio día”…” Estos huecos están sabiamente dimensionados que son suficiente para crear una continúa corriente de renovación de aire caliente en verano y aireación en invierno, pero sin que por ello entre calor estival, ni frío invernal”.
El medio físico, ha sido otro condicionante de cuyo medio
Se han extraído y utilizado los materiales propios de la arquitectura popular calatraveña del entorno más próximo a la casa han salido: tierra, piedra, cal, arena, yeso y madera.
Técnicas constructivas, el medio físico que ha proporcionado los materiales en el entorno de las viviendas, también ha condicionado las técnicas constructivas: el tapial, mampostería, ladrillo y adobe
Condicionamientos espaciales y económicos en la vivienda del Campo de Calatrava.
Tanto la diversidad comarcal como la economía, además del medio físico, han condicionado también la vivienda del Campo de Calatrava. Así la zona norte calatraveña, predominantemente agrícola, basada, esencialmente, en una agricultura cerealista, muy de secano, la planta de la vivienda se adapta a esta actividad alargando su forma, desde la entrada accedemos a un pasillo central que desemboca en un patio posterior donde está la cocina de verano en un lateral y las cuadras al fondo, la vida se desarrolla en la planta baja, aunque también existe una planta alta, muy reducida de tamaño que se utiliza de cámaras, desván, granero con la denominación de “trojes”, esencialmente, consiste en distintos estancamientos con tabiquitos a media altura para almacenar en ellos los distintos tipos de granos producidos.
Además del medio físico, la diversidad comarcal como la economía han condicionado también la vivienda del Campo de Calatrava. Así la zona norte calatraveña, predominantemente agrícola, basada, esencialmente, en una agricultura cerealista, muy de secano, la planta de la vivienda se adapta a esta actividad
La zona sur del campo calatraveño, más montañosa y ganadera se ha adaptado a espacios montuosos y gana importancia la utilización forestal de encinas y matorral. El material utilizado es mampostería de “guijarro” o cuarcita más que caliza y también tapial y adobe sobre zócalo de piedra. La cocina ocupa el principal y mayor espacio de la casa. La importancia de la cocina coincide con la prioridad que tenía el alojamiento de animales… En estos pueblos del sur calatraveño, más accidentados y ganaderos, los espacios están definidos más como “majadas” para guarecer el forraje y el ganado que como “casa de labor”.
En estos pueblos del sur calatraveño, más accidentados y ganaderos, los espacios están definidos más como “majadas” para guarecer el forraje y el ganado que como “casa de labor”.
Estas casas suelen ser de una sola planta, aunque algunas contaban con una pequeña cámara, aunque la ocupación principal no es la agrícola, sino la ganadera y eso cambia tipológicamente la planta de la vivienda, pues tienen prioridad los corrales para el ganado adosados a la vivienda; si bien eso ha desaparecido y los “apriscos” están hoy a fuera del pueblo.
En resumen, la dualidad comarcal norte-sur ha condicionado también otras construcciones en el espacio rural como las “majadas”, espacios ganaderos, especialmente, del sur calatraveño, construidos, a parte de la casa de los pastores, a base de corrales y naves de mampostería muy bajas, a media altura y techadas con carrizo u otro tipo de vegetación, dependiendo de la zona.
Después de una dura jornada de trabajo animales de labor y personas cansadas, no volvían a sus casas todas las noches desde las tierras de labor dispersas en términos municipales muy grandes, lo que motivó la construcción de esas “casillas” o “quinterías” con sus correspondientes pozos para pasas sin venir al pueblo, antiguamente, hasta dos semanas “quince días”
La quintería es consustancial de los pueblos del norte calatraveño, surgió por la distancia que hay entre los distintos pueblos de esta zona, (pueblos grandes y distanciados), de manera que los labradores no podían volver con aquellos medios, después de una dura jornada de trabajo animales de labor y personas cansadas,no volvián a sus casas todas las noches desde las tierras de labor dispersas en términos municipales muy grandes, lo que motivó la construcción de esas “casillas” o “quinterías” con sus correspondientes pozos para pasas sin venir al pueblo, antiguamente, hasta dos semanas “quince días”, equivalente a, “quintería”. La “quintería” es en el norte de Calatrava y, por extensión en la mancha, el “resultado arquitectónico y justificación constructiva de un modo de vida rural, basado en la labranza de terrenos alejados del núcleo urbano”.
El estatus económico, de los que habitan la vivienda es también decisivo en la organización de la construcción popular tradicional. Los propietarios con tierras tenían casas grandes con dos plantas e, incluso, algunas tres con el pajar. Construidas con piedras y mochetas de ladrillos para recercar los huecos. Portadas grandes con o sin portil, patio y corral espacioso con varias dependencias e, incluso, noria, establos para los animales de labor, dependencias para aperos, atrojes para granos, cueva, etc. Los jornaleros sin tierra tenían casas pequeñas, estas casas no necesitaban de la amplitud, ni la funcionalidad que el trabajo agrícola requería, suelen carecer de portada, el patio pequeño y habitualmente tenían una sola planta.
Los propietarios con tierras tenían casas grandes con dos plantas e, incluso, algunas tres con el pajar. Construidas con piedras y mochetas de ladrillos para recercar los huecos. Portadas grandes con o sin portil, patio y corral espacioso con varias dependencias e, incluso, noria.
La infraestructura básica de las explotaciones agrícolas era la casa; por esta razón, después de la mecanización, años 60 y el éxodo rural, aquellas viviendas nada tienen que ver con las actuales. Los materiales y, en consecuencia, los medios de construcción también han variado mucho.
La casa urbana tradicional de propietario con tierras
Se puede definir como una casa de labor de dos plantas en la cual las habitaciones se articulan alrededor de un patio, en la planta superior encontramos un corredor porticado o galería con las puertas de las habitaciones que dan a patio. En la superior, está el fogón y los dormitorios, en definitiva, la zona de la vivienda. Por razones del clima y, sobre todo de la luz, en esta planta de la vivienda había un tipo de puertas muy macizas y divididas en dos partes, se podían abrir conjuntamente o por separado. Estas puertas eran muy corrientes, hoy quedan muy pocas en la comarca.
La escalera, interior, salía del patio y subía en dos tiempos y cuyo tramo superior se aprovechaba abajo en el pario (hueco de la escalera) como despensa o bajada a la cueva o bodega. Son verdaderas joyas decorativas los arabescos o filigranas que decoraban las puertas
La escalera, interior, salía del patio y subía en dos tiempos y cuyo tramo superior se aprovechaba abajo en el pario (hueco de la escalera) como despensa o bajada a la cueva o bodega. Son verdaderas joyas decorativas los arabescos o filigranas que decoraban las puertas o los capialzados de dichas despensas o cuevas con vistas al patio principal. En la planta baja, existía una habitación espaciosa con una chimenea adosada a la pared y de grandes dimensiones, la lumbre que se prendía era el único sistema de calefacción , se cocinaba, se calentaba agua y cualquier otro menester, era una de las habitaciones más importante de la vivienda: cocina, comedor, sala de estar, etc.
Este patio de “labor” era suficientemente amplio para dar la vuelta con los carruajes y tenía unas portadas grandes a la calles , así como algún pajar con la típica ventana o “piquera” a la calle, algunas casas tenían la fachada de la bodega a la calle con los característicos ventanales rematados igual que las portadas en arcos de “campane ” o simplemente, en ausencia de pajar o bodega, una muralla ciega de unos dos metros y medio de alta a la misma calle contigua a la casa o a otra calle ya que, a veces, ocupaban toda una manzana.
Desde la calle, mediante un portón con un portil peatonal incorporado se accedía primero a un zaguán que conducía con o sin puerta
Desde la calle, mediante un portón con un portil peatonal incorporado se accedía primero a un zaguán que conducía con o sin puerta (estilo del patio andaluz sin azulejos ni cancela) al patio principal de la casa. Desde el patio, mediante otra puerta, se accedía al corral u otro patio, secundario, dedicado a establos, pajares, bodega en algunas, porches para aperos, carruajes, galeras etc.
algún pajar con la típica ventana o “piquera” a la calle, algunas casas tenían la fachada de la bodega a la calle con los característicos ventanales rematados igual que las portadas en arcos de “campane ”
Este patio de “labor” era suficientemente amplio para dar la vuelta con los carruajes y tenía unas portadas grandes a la calles , así como algún pajar con la típica ventana o “piquera” a la calle, algunas casas tenían la fachada de la bodega a la calle con los característicos ventanales rematados igual que las portadas en arcos de “campane ” o simplemente, en ausencia de pajar o bodega, una muralla ciega de unos dos metros y medio de alta a la misma calle contigua a la casa o a otra calle ya que, a veces, ocupaban toda una manzana.
Casa urbana tradicional de jornalero sin tierras.
Los jornaleros sin tierra tenían casas pequeñas y, generalmente, no reservaban sitio para animales de labor, ni aperos de labranza. Estas casas no necesitaban de la amplitud ni la funcionalidad que el trabajo agrícola requería, carecían de portada y el patio era más pequeño, pues seguía siendo una pieza clave de la vivienda. La mayoría de estas casas eran vecinales con servicios comunes como el patio, el corral, el pozo, la cueva, a veces, el basurero, las letrinas, etc.
La mayoría de estas casas contaban sólo con un piso, ocasionalmente, tenía alguna cámara para guardar productos y otros utensilios de utilidad.
La familia disponía de varias habitaciones que hacían función de dormitorios, como máximo dos dormitorios, había muchas casas donde toda la familia dormía en una habitación. Un pasillo daba acceso al dormitorio y, si había otro más, solían ser correlativos, también el pasillo comunicaba con la cuadra en la que estaban los animales. La mayoría de estas casas contaban sólo con un piso, ocasionalmente, tenía alguna cámara para guardar productos y otros utensilios de utilidad.
Esencial era otra habitación espaciosa con chimenea adosada a la pared, servía para todo: cocina, comedor y sala de estar a la vez. Era la habitación más importante de la vivienda, donde la familia pasaba más tiempo, junto a la cocina había alguna despensa para guardar productos de alimentación, aparte de los utensilios y cacharros de cocinar. La lumbre que se encendía era el único sistema de calefacción que tenían, en ella se cocinaba, se calentaba agua para lavarse, fregar y hacer la colada.
El patio, aunque pequeño, seguía siendo pieza clave y en él se encontraba el pozo de uso común y la cueva unas veces si otras no, desde el patio se accedía al corral también de uso común en que había basurero, uno o varios, algunas cuadras y “Zahurdas”, así como letrinas y “gabilleras” o leñeras, etc.
Materiales y técnicas constructivas utilizadas.
El medio físico, ha sido otro condicionante de cuyo medio se han extraído y utilizado los materiales propios de la arquitectura popular calatraveña del entorno más próximo a la casa: tierra, piedra, cal, arena, yeso y madera.
La tierra, se ha empleado siempre en construir tapial, Juan de Villanueva en El arte de la albañilería explica:”deber ser arcillosa, pegajosa, compacta, limpia de guijo y con poca mezcla de arena y cascajo”.
La Piedra, se emplea de forma irregular y toca, tal como está natural en el terreno directamente para la mampostería buscando la cara más plana o recta, pues el uso de la piedra labrada o de cantería es muy raro su uso, salvo el recercado de ventanas y puertas de alguna casa solariega o construcciones eclesiales.
La cal, obtenida en la zona de piedras calizas sometidas en las caleras al fuego y reducida a cal viva, se utiliza tanto para enjarbergar o encalar fachadas como para mezclar con arena y obtener el mortero de cal.
La arena, otra material abundante en la comarca, se utiliza para hacer mortero, argamasa y una especie de hormigón árabe. Según Juan de Villanueva: ”para mezclarla con cal debe ser limpia, suelta y nada terrosa” …” se conoce su bondad cuando tomándola en la mano y estregándola cruje, dejando después la mano limpia, sin polvo ni tierra pegada”.
El yeso, es otro material abundante en la comarca, se extrae del fondo de los humedales cuando bajan de nivel y se someten al fuego en los hornos yeseros, hasta obtener el fino polvo de la calcinación…
Las tejas, los ladrillos, gárgolas, etc. Se obtenía de las tejeras existentes en cada pueblo de la zona. Aún se mantienen erguidas algunas chimeneas de estas no tan antiguas tejeras.
Técnicas constructivas, el medio físico que ha proporcionado los materiales en el entorno de las viviendas, también ha condicionado las técnicas constructivas: el tapial, mampostería, ladrillo y adobe
La técnica del tapial
La técnica del tapial en el campo de calatrava es la más generalizada, se levantan muros de tapial sobre zócalos de mampostería y el tapial se refuerza con mochetas en los huecos de puertas, ventanas y contrafuertes de mampostería o ladrillos, según obras y medios…
Las tapias se han hecho con tierra del mismo terreno sobre el que se construye la casa, limpia de “guijo” y piedras mayores, para lo que se ponían tres tejas en forma de “chozo” y sobre ellas se vaciaban esportillas de tierra y éstas actuaban a modo de criba separando las “granzas” y piedrecillas mayores hacia los extremos.
A la hora de fabricar la tapia, primero se hacia un zócalo hasta la altura del rodapié y sobre él se ponían una agujas o hierros que sujetaban las tablas u “hormas”, dos operarios subidos encina iban echando tierra humedecida y con pisones de encina la iban prensado y compactando y una vez llenas y enrasadas las tablas se le echaba una capa de yeso en la parte superior y en los laterales para que entre tramo y tramo de tapia quedara más compacta la muralla. Terminada la muralla, la tapia se revocaba con yeso o cal a fin de proteger el tapial de las inclemencias del tiempo. Con esta técnica se podía construir murallas de varios metros de altura plantas.
La mampostería
Con piedra tosca, según se recoge de las parcelas, trabadas con cal y arena (mortero) o simplemente con barro, constituye otra técnica muy empleada en la comarca calatraveña. Generalmente, se hacían con esta ingeniería los zócalos o cimientos, así como las mochetas de los huecos de puertas, ventanas y las esquinas o contrafuertes.
Para mayor seguridad de la mampostería, se solía echar verdugos de ladrillos a alturas proporcionadas con el fin de cargar sobre ellos de forma más firme y segura del tapial. “Los verdugos o verdugadas son una o más hiladas de ladrillos, según, sentadas sobre mezcla las cuales cogen todo el grueso de la pared para unir, trabar y fortificarla”(Juan de Villanueva).
El adobe
Es una de las técnicas junto con el tapial y la mampostería más utilizados en la comarca. El elemento base para el adobe es tierra cribada, sin impurezas, paja menuda y agua. El proceso consiste en convertir todo eso en barro o en una pasta homogénea con la que se harán los adobes. Con ayuda de una pala se vierte el barro en un molde, gradilla o “macal” y, una vez apretado, se rasa con la paleta y con cuidado para no deformar el adobe tirando para arriba se extrae la gradilla.
Tanto las paredes de tapial como las de adobes, muy frágiles a las inclemencias del tiempo, se enlucían con yeso, hoy se emplean más los enfoscados con cemento mezclado con arena. El uso también de encalado se ha empleado mucho y ha pervivido y sigue utilizándose capa sobre capa en los sucesivos años tanto se emplea para exteriores como para los interiores de las estancias.
Varias razones explican el uso generalizado de la cal en el Campo de Calatrava, algunas se basan en la herencia de la cultura musulmana que ha pervivido y se generalizó su uso en Al-Andalus. También se ha buscado en la blancura su capacidad reflectante frente a los rayos del sol. Así como ocultar las humedades tanto del adobe como del tapial, a la vez que es higiénico y desinfectantes.
El empleo del colorante Añil, cada vez menos frecuente, era habitual para los zócalos y remarcar los dinteles de puertas y ventanas. Esta técnica era muy popular en la arquitectura calatraveña.
La cubierta o tejado a dos aguas
La cubierta solía ser a dos aguas con el armazón de madera en forma de pórtico o frontón, apoyadas sobre los muros de carga, entre forma y forma (Vigas o “pórticos) se hacía un cosido de costaneras (Maderas más finas que las vigas) para sobre ellas poner rasillas, ladrillos “carriceros” o mazos de carrizo para sobre cualquier modalidad indicada por las tejas curvas o “árabes” con el correspondiente barro para alisar la superficie base y ligarla
Las tejas eran piezas hechas de barro cocido y con forma acanalada y troncocónica con una longitud entre 35 a 50 centímetros. La teja era la cubrición definitiva, asentada sobre barro y su disposición se lleva a cabo en series verticales solapadas o montadas una sobre otras parcialmente, siguiendo la curvatura de su acanala miento una pieza seria la “canal” y la otra “cobija”.
Los techos interio
Los techos de la primera planta pueden aparecer “forjado de viguetas” o bovedillas “al reventón”, viguetas de madera “tirantes” dispuestas en paralelo y apoyadas en los muros de carga con una separación entre vigueta y vigueta de unos 30 centímetros y se ciegan con relleno de mortero bastardo,de ladrillo formando una pequeña bóveda de cañón de yeso o piezas de ladrillos
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Entre vigueta y vigueta de unos 30 centímetros y se ciegan con relleno de mortero bastardo,de ladrillo formando una pequeña bóveda de cañón de yeso o piezas de ladrillos
En los techos de la segunda planta se emplean cielos rasos a base de carrizo o zarzos de cañas, en ambos casos enlucidos con yeso cuyo terminado resulta igual que las paredes.
Otras estancias del segundo piso que no se emplean para vivienda como los pajares, las cámaras, palomares, bodegas, las quinterías etc.
Tienen la viguería al descubierto, cosa que hoy es de agradecer por la gran belleza que muestra esta “tracería” de madera.
La quintería y la huerta.
Las construcciones populares en nuestra comarca son muy variadas y hay una gran diversidad, así como una amplia gamas de edificaciones con muchos matices. Aunque, genéricamente, en todas están presentes las “casillas” que se ven por nuestro paisaje agrario, y se le han venido llamando “quinterías”, la realidad es más diversificada y conceptualmente hay por un lado, la quintería, “casilla”, lejos del pueblo y con pozo “abrevadero” para abastecerse de agua con los “animales de labor” y poder pasar una semana o, antiguamente, quince días sin venir al pueblo labrando las tierras de secano tanto de cereal, viña como olivar.
A diferencia de la huerta, la actividad de la gente en la quintería se realiza durante los “meses Cortos”, es decir, finales de otoño, invierno y principio de primavera, cuando los días son más cortos.Cuando hace frío, el fuego, las personas y los animales todosjuntos se protegen y se dan calor en el espacio reducido y con los huecos justos casi en penumbra de la “casilla”, contrarío a la huerta en donde los animales se sacan de la casilla a parte en una corrala, en fuego a fuera en un “hogaril” e, incluso, las personas duermen al aire libre en la era guardando de paso el “la mies”, el trigo, la cebada y demás productos.
En cualquier caso, la quintería está muy alejada de pueblo, en los paisajes más solitarios del término municipal y las casillas más distanciadas unas de otras que los parajes típicos de las huertas. Por este distanciamiento y escasez de “casillas” de quinterías, era habitual coincidir gañanes de distintas tierras en la misma casilla o, incluso, tenían que perdir la vez para hacer las labores habituales de vendimia, sementera, aceituna, barbechera, y siega
En cualquier caso, la quintería está muy alejada de pueblo, en los paisajes más solitarios del término municipal y las casillas más distanciadas unas de otras que los parajes típicos de las huertas. Por este distanciamiento y escasez de “casillas” de quinterías, era habitual coincidir gañanes de distintas tierras en la misma casilla o, incluso, tenían que perdir la vez para hacer las labores habituales de vendimia, sementera, aceituna, barbechera, y siega
La “casilla” o quintería pieza clave de la arquitectura popular
La “casilla” es una estancia rectangular, muy variable de largo, 6, 9, 12, etc. ms. De largo X 4,50 ms. De ancho. Con un único espacio común para personas y animales de labor, sólo separado a media altura por dos pesebres que dan acceso por un pasillo entre ambos a la cuadra en el testero del tragaluz y en el testero opuesto la cocina con la chimenea, sus dos desvanes a la altura de la cabeza y a ambos lados del hogar, dos poyos que hacen la veces de asientos y camas junto al fuego. Debajo de los desvanes y a poca altura de los poyos existía algún basar y también sobre los poyos y a la altura de los devanes solían tener alguna que otra estaca para colgar, mantas, ropas, arreos, etc.
ELEMENTOS ESENCIALES DE LA QUINTERIA SON LOS TRES HUECOS: TRAGALUZ, CHIMENEA Y PUERTA, MÁS EL POZO ARTESIANO, TIPICO DE LA QUINTERIA IGUAL QUE LA NORIA LO ES DE LA HUERTA .
El único hueco más grande, la puerta da acceso a la casilla, orientada siempre al sur, justo abre y apoya junto al primer pesebre de la derecha y enfrente de ésta, entre el otro pesebre y los pies del segundo poyo siempre ha hay un hueco o espacio que se utilizaba de “pajera” y granero en “costales” para alimentar a los animales. Además de la puerta, todas las casillas tienen otros dos pequeños huecos, el tragaluz como un pequeño ojo de buey en el testero de la cuadra que al saliente para avisar a los gañanes del alba y la otra abertura cenital, la chimenea al poniente. Los tres huecos de las quinterías están presentes para renovar y airear la estancia justo sin que entre frío en invierno y calor en el verano y mantenga la iluminación suficiente para las tareas habituales de cocinar, comer, calzarse, más algún que otro arreglo de aperos, arreos, etc.
Entorno a la quintería o casilla siempre había un espacio libre o “parador” para dejar los carros o las galeras “uncir” o desuncir” a los animales. Entre este espacio libre y la casilla siempre estaba presente el pozo con dos mármoles o muretes de obra entre los que existía un carrete o garrucha para sacar el agua imprescindible para los animales y personas. Los pozos de las quinterías, acompañados de sus correspondientes pilas o dornajos, son siempre redondos de unos 90 a 120 cm. De diámetro, nada tienen que ver con las norias de las huertas que son rectangulares, aptas para la instalación de un “arte” o “caracha” y elevar el agua de una forma mecánica para el regadío.
Otra característica de las quinterías que no se han descripto hasta ahora con claridad es su lejanía del casco urbano correspondiente, dispersas en los parajes menos humanizados y solitarios del término municipal. Pues en los parajes más cercanos a las poblaciones y más humanizados han estado, salvo excepciones, reservados a las huertas con sus respectivas norias, albercas y, casi siempre, con corralas anejas para los animales…
El agricultor trashumante del Campo de Calatrava.
Se ha hablado poco o nada, de la vida nómada de los agricultores calatraveños, Durante los “meses cortos” los campesinos, sobre todo los hombres, y , en recolecciones vendimia, aceituna, siega, también las mujeres, pasaban la semana en la quintería y los fines de en el pueblo con su familia.
Durante los “meses largos”, hacia mediados de mayo, los agricultores con toda su familia y los enseres más habituales, los cerdos, las gallinas, y, lo que hoy llamamos las mascotas, gatos, perros, etc. Se iban a vivir a la huerta, permanentemente, hasta últimos de octubre, cuando habían hecho las labores de la era, la recogida los frutos de la huerta e, incluso, hasta después de la vendimia.
Los agricultores calatraveños y, en general, los manchegos han tenido siempre dos ciclos: Los “meses cortos”, alternando la quintería durante la semana con el pueblo los fines de y las épocas de lluvia. Los “meses largos” viviendo con toda la familia en la huerta durante toda la época de la “era” y el ciclo de la cría de las plantas de verano.
El hortelano y la huerta calatraveña
y ,por otro lado, la huerta, también con “casilla”, su correspondiente, “corrala” a veces, alguna habitación más correlativa a la casilla, anejo además un “hogaril” o especie de barbacoa para cocinar en verano fuera de la chimenea habitual de la casa, La huerta tenía un contexto, generalmente, más complejo que la quintería En los aledaños a la casilla, además estaban la noria con su andamio, la alberca, la era, alguna cochinera o “zahurda” etc.
Durante los “meses largos”, hacia mediados de mayo, los agricultores con toda su familia y los enseres más habituales, los cerdos, las gallinas, y, lo que hoy llamamos las mascotas, gatos, perros, etc. Se iban a vivir a la huerta, permanentemente, hasta últimos de octubre
El hortelano con su familia permanencia durante cinco o seis meses en la huerta sin habitar la casa del pueblo desde finales de mayo hasta octubre, desde que empezaba la siega, la trilla y tolas las faenas de la “era” y, además, paralelamente, se criaban en la huerta productos de huerta o regadío como judías, patatas, panizo, maíz, etc. Todas las actividades de la huerta se realizaban como por aquí decían en los “meses grandes”, es decir, finales de primavera, verano, e inicio del otoño cuando los días son más largos y en plana calima veraniega con lo cual los animales se sacan de la casilla a una “corrala” aneja, la lumbre y los guisos se hacen fuera de la habitual chimenea en un “hogaril” y también solían dormir fuera de la casilla en la era, En todas estas faenas siempre estaba presente la noria con sus infinitas vueltas para mantener la “alberca” llena de agua y la despensa de la hortaliza, así como el resto de las plantas bien regadas.
La “era” una pieza clave de la arquitectura popular
La “era” siempre ha sido por tradición y por cultura una pieza clave en la unidad de explotación cerealista. La “era”, salvo algunas de guijarros fabricadas en contados cercados o a las afueras de los pueblos, siempre se ha hecho cada año en las huertas a base de barro y paja como un gigantesco adobe. En esta comarca de abundante regadío y correspondientes huertas esta construcción era consustancial a esta unidad de explotación.
La era se fabricaba cada año aneja a la casilla, a la alberca, al andamio, en definitiva, muy a mano de la unidad de explotación o del habita. En un trozo de la misma cebada, más temprana que el trigo, junto a la casilla, a finales de mayo se segaba casi en verde y aprovechando la materia vegetal del rastrojo como un ritual que se celebraba cada año una tarde toda la unidad familiar y los vecinos de huerta más próximos se disponían provistos de una buena reguera de agua y una “yunta” con un arado iban arando surco a surco acompañados del agua para conseguir convertir la tierra en barro.
Una vez roturada y convertida en barro la pieza de unos 400 metros cuadrados destinados a la era, con los mismos animales de labor y una “rasa” con alguien subido se daban varios pases hasta dejar la superficie muy lisa y embarrada igual que un adobe. Hecho este proceso con ayuda de animales, arados y rasa, el paso siguiente era echar paja por arriba del barro en toda la superficie de la era y con ayuda de pisones de madera como si fuera la fabricación de una tapia le daban a toda la superficie de la era dos o tres manos en el espacio de uno o dos días.
A la caída de la tarde terminado el trabajo, el ritual se completaba con una merienda colectiva a base de “trigo tostado”, “almortas o pitos” también tostado”, a veces rosquillos, hechos sobre la marcha por las hortelanas y vino o limonada, según conviniera. Otro tarde se repetía la faena con la era del vecino y así a primeros junio cuando empezaba la siega en esta comarca las “mieses” tenían todo preparado y dispuesto para ser acarreadas hasta la era, trilladas y aventadas durante los meses de verano.
La era se fabricaba cada año aneja a la casilla, a la alberca, al andamio, en definitiva, muy a mano de la unidad de explotación o del habita. En un trozo de la misma cebada, más temprana que el trigo, junto a la casilla, a finales de mayo se segaba casi en verde y aprovechando la materia vegetal del rastrojo como un ritual que se celebraba cada año una tarde toda la unidad familiar y los vecinos de huerta más próximos se disponían provistos de una buena reguera de agua y una “yunta” con un arado iban arando surco a surco acompañados del agua para conseguir convertir la tierra en barro.
Una vez roturada y convertida en barro la pieza de unos 400 metros cuadrados destinados a la era, con los mismos animales de labor y una “rasa” con alguien subido se daban varios pases hasta dejar la superficie muy lisa y embarrada igual que un adobe. Hecho este proceso con ayuda de animales, arados y rasa, el paso siguiente era echar paja por arriba del barro en toda la superficie de la era y con ayuda de pisones de madera como si fuera la fabricación de una tapia le daban a toda la superficie de la era dos o tres manos en el espacio de uno o dos días.
A la caída de la tarde terminado el trabajo, el ritual se completaba con una merienda colectiva a base de “trigo tostado”, “almortas o pitos” también tostado”, a veces rosquillos, hechos sobre la marcha por las hortelanas y vino o limonada, según conviniera. Otro tarde se repetía la faena con la era del vecino y así a primeros junio cuando empezaba la siega en esta comarca las “mieses” tenían todo preparado y dispuesto para ser acarreadas hasta la era, trilladas y aventadas durante los meses de verano.
A pesar de ser la “era” una pieza tan clave y tan popular en su construcción, nunca se ha hablado nada de este hecho; posiblemente, porque al hacerlas y destruirlas anualmente, no tenemos presencia de éstas como ocurre con otras construcciones. En torno a la era ha girado la mayor parte de la actividad y la economía cerealista de esa comarca ya que a la actividad de la trilla y aventado de la cebada y el trigo, se sumaba la limpieza también en la era de los productos criados en regadío como los garbanzos, judías, “panicillo”, anís, maíz, etc. En definitiva la era se mantenía hasta que terminaba el ciclo del verano que con el resto de las parcelas que habían estado cultivadas se procedía a su roturación y sembrado para iniciar otro nuevo ciclo hasta finales del siguiente mes de mayo.
El “hogaril”, Otra construcción aneja de la huerta
Básicamente era una media pared de mampostería, algo más alta que un rodapié y en forma de herradura con algunos basares y la entrada o abertura hacía el este protegiéndose en esta comarca de los vientos dominantes de oeste. Esta construcción, especie de barbacoa, pero a ras del suelo, evitaba hacer fuego en la casilla durante los meses de calor… Como estaba totalmente a aire libre, apenas tenía un “michinal” o basarcillo para poco más que la sal ya que otros productos como aceites o cacharros no los tenían por el alcance de los animales a los mismos…
Se encendía el fuego por la mañana para hacer el almuerzo, se mantenía encendido con el puchero para la comida y se volvía a encender, generalmente, para la cena.
Una ingeniería árabe, el complejo de la noria, andamio, mármoles y alberca
La noria, por tradición y cultura, es consustancial al Campo de calatrava. Con ligeras modificaciones todo el complejo de ingeniería del regadío árabe se ha mantenido intacto hasta los años 60, aún sigue en pie aquí y allá, como fieles testigos por todos nuestros campos. Igual que Roma a todos los pueblos bajo su imperio transmitiéndoles su cultura nos romanizó, los oriundos de la península arábiga más tarde con toda la ingeniería compleja de la noria en nuestra comarca nos “arabizaron” y , después de la reconquista, siguieron conviviendo en la zona con los repobladores cristianos en sus propios barrios “mudéjares”; fueron piezas claves en la economía del regadío agrícola calatraveño( Barrio Mudéjar del Cristo, en Bolaños de Calatrava).
La fabricación de una noria ( unos 80 cm. Ancho por 2,60 m. de largo) era una auténtica obra de maestría minera, 15, 20 y, hasta más de 30 metros, dependiendo del nivel freático del agua en la zona, si el terreno no era firme, muy corriente en la zona, hacían toda la noria de abajo hasta arriba de mampostería bajaban y subían espatarrados apoyando los píes y las manos en los huecos o “michinales” de una pared y la contraria como si fuera una escalera encontrada.
Fabricada la noria y con agua, hacía una especie de templete o andamio en forma de circunferencia a la altura de un rodapié y procedía a la instalación de una “caracha” o rueda con “arcabuces” sujetos a dos maroma, se disponían muchos alcabuces en serie unos tras otros, elevaran el agua con el tiro de un animal irán vaciando en una alberca.
La alberca rectangular o cuadrada de mampostería la enlucían con mortero, varías capas y bien metido en cal para que no perdiera agua. La finalidad de ésta era tener un depósito de agua para regar con una buena reguera más de lo que saca la noria y así poder llegar con el agua lejos de la alberca hasta donde se encuentra el cultivo objeto del riego,
Para la instalación de la “caracha”, en el pozo o noria en la parte contraria a la Alberca se hacía dos muretes o “mármoles” redondos a la altura de 1,40 ms. Y, entre ambos se ponía un tronco o rollizo con el fin de apoyar en esa viga una rueda vertical o “peón” que mediante unos engranes enganchaban en otros para dar vueltas a la rueda grande horizontal que sostenía los arcabuces, en realidad, la noria o “caracha”.
La alberca rectangular o cuadrada de mampostería la enlucían con mortero, varías capas y bien metido en cal para que no perdiera agua. La finalidad de ésta era tener un depósito de agua para regar con una buena reguera más de lo que saca la noria y así poder llegar con el agua lejos de la alberca hasta donde se encuentra el cultivo objeto del riego, Pues regar con poca agua con el solo “chorrito” de la noria se la va tragando el terrero de la “reguera” y no llega al corte cuando está lejos.
La “zahúrda” siempre estaba en el complejo de la huerta.
Fabricada de mampostería adosada alguna otra pared y con el techo a la altura de la cabeza y con una media puerta maciza o poderosa por la tendencia de los cochinos a “hozar”. Cada hortelano, a parte de las gallinas y alguna cabra para leche, tenía uno o dos cerdos. Agricultura tradicional de autoabastecimiento y complementaria de la agricultura, los animales de “corral” salían adelante con subproductos agrícolas, Los cerdos comían patatas pequeñas, restos de hortalizas, granos defectuosos o “granzas”, “los salvados” o mondas del trigo y patatas, etc. En su defecto, comían granos como los animales de labor: cebada, Maíz, guisantes, alfalfa, etc.
La Venta de Borondo, otro modelo de construcción calatraveña.
Antaño las ventas venía a ser como hoy los paradores, se encontraban en las encrucijadas de caminos, en las cañadas, veredas y, en definitiva, en las principales vías de comunicación, normalmente caminos de herradura cuyo tránsito era carruajes y animales de tiro que necesitaban parar para descansar, comer y abrevar hasta el día siguiente que emprendían otra nueva jornada.
La Venta de Borondo, se menciona en el siglo XVI, Manuel Corchado : “Una gran edificación de diversas épocas, en la que no faltan detalles ornamentales de piedra labrada en estilo plateresco guarneciendo la puerta principal”. Es una belleza insólita en pleno campo en medio de la nada, igual que ocurre con las iglesias románicas, deleitarse con el renacimiento plateresco más puro en la puerta principal de esta solitaria venta calatraveña.
En las “Relaciones” de Daimiel, 1575 se cita: “En la Venta de Borondo dos casas”. También en el Índice Geográfico de las Órdenes de 1722, se dice: “a oriente un monte, la Moeda, que atraviesa el camino de Manzanares, en cuyo comedio y a mano izquierda está una venta contigua, nombrada de Borondo”.
Madoz, (l848) “partido de Almagro, el Puerto de Perales, camino entre la Venta de Borondo y Granátula”. Y en l985 fue ofrecida por sus actuales dueños al Ayuntamiento de Daimiel para su restauración y conservación.
Descripción arquitectónica de la Venta de Borondo.
La puerta de acceso suele ser majestuosa y singular como es el caso de la Venta de Borondo, Renacimiento Plateresco. Da entrada al patio principal en torno al cual se levantan dos plantas
La puerta de acceso suele ser majestuosa y singular como es el caso de la Venta de Borondo, Renacimiento Plateresco. Da entrada al patio principal en torno al cual se levantan dos plantas. Una escalera exterior desde el patio conduce a un gran corredor porticado al patio con las puertas de los cuartos a esta galería y con vistas al patio. En la planta baja están el comedor-salón con una gran chimenea y las cuadras de los animales de tiro.
La puerta de acceso suele ser majestuosa y singular como es el caso de la Venta de Borondo, Renacimiento Plateresco
El patio es la pieza central en torno al cual se articulan el resto de los elementos por lo que es el núcleo organizador de todo el conjunto
El patio es la pieza central en torno al cual se articulan el resto de los elementos por lo que es el núcleo organizador de todo el conjunto, la superficie de éste es grande, lo suficiente para que un carro tirado por animales pudiera dar la vuelta en él. El patio está provisto de pozo, pilas de abrevadero y pesebres, además de los que hay en los establos.
La cocina, de gran tamaño y muy a mano desde todo el recito, rectangular, con un fuego o campana siempre adosada al muro y a ambos lados del fogón algún poyo o banco corrido para sentarse y a la vez utilizados como camastros.
La cocina, de gran tamaño y muy a mano desde todo el recito, rectangular, con un fuego o campana siempre adosada al muro y a ambos lados del fogón algún poyo o banco corrido para sentarse y a la vez utilizados como camastros. Sobre los poyos y a la altura de la cabeza varias estacas para colgar aperos, mantas, ropa u otros objetos. Otro elemento de la cocina es la despensa, alacena o vasares.
Cuadras, están compartimentadas por unos tabiques como mamparas con numerosos pesebres adosados a las paredes, además de éstas, existían otras de verano al aire libre o bajo porches.
El pajar, es otro anejo imprescindible en estos habitas rurales. Habitualmente están anejos a las cuadras y lo más habitual es que estén sobre ellas y por un agujero cae la paja directamente a la “pajera” o recipiente de obra en una zona a mano de la cuadra para contener el pienso de los animales.
Otras dependencias y almacenes, en las ventas también existen otros recintos para animales varios: pocilgas, corrales, apriscos y descansaderos para ovejas y cabras, así como gallineros.
ALTERNATIVOS DE LA ARQUITECTURA POPULAR CALATRAVEÑA
Aleros
Es la parte del tejado que sobresale del muro o fachada. Los tipos de aleros van desde los muy sencillos a más complejos. De madera con o sin canecillos; de piedra de sillería como la torre de la Venta de Borondo; adintelado, recto y muy sencillo; muy vinculado al estilo mudéjar, el de diente de sierra.
Bodegas
Son muy habituales en las casas urbanas de labor. Se ubican en cuevas o sótanos excavados cuyas tierras las empleaban para la fabricación de los tapiales. Ambas modalidades de bodegas tenían unos orificios para darles luz y renovar el aire, llamados ventanos, “tragonas” y “lumbreras”, éstyos solían dar a la calle o al patio.
Ambas modalidades de bodegas tenían unos orificios para darles luz y renovar el aire, llamados ventanos, “tragonas” y “lumbreras”, éstyos solían dar a la calle o al patio.
Balcones
Son plataformas voladas al exterior del plano de la fachada y sirve de mirador. Los posa brazos suelen ser de forja a juego con la rejería. Muy característicos son los balconcillos con el antepecho de madera retorneada.
Puertas
Las puertas de acceso a la vivienda a través de un típico zaguán “portones”, muy trabajadas, de cuarterones o casetones con verdaderas joyas y filigranas de herrajes. En éstas ha pervivido la tradición musulmana en los alarifes, casetones, herrajes, etc.
SIEMPRE HA ESTADO LA PUERTA PRINCIPAL CON UN PORTIL O PEATONALO A LADO A TRAVÉS DE LA QUE SE ACCEDÍA AL PATIO PRINCIPAL Y LAS PORTADAS PARA ACCEDER AL CORRAL O AL PATIO DE LABOR, MUCHO MÁS GRANDE,
Ventanas
En este tipo de huecos existe una total pervivencia de los modelos musulmanes: vanos pequeños y dispuestos de forma asimétrica.
Sólo se emplean ventanas mayores para usos agropecuarios como las “piqueras” o ventanas para subir grano, paja, etc. Los huecos de la vivienda pequeños y sin cristales van provistos de contraventanas o “fraileros” de madera en cuarterones pintados en azul o verdes, frente a la monotonía de la cal, para protegerlos de las inclemencias.
Chimeneas
Las cimeneas son elementos esenciales de la arquitectura popular, suelen tener dintel de madera, la mayoría constan de una viga de pared a pared a media altura sobre la que descansan los desvanes y la campana en el centro. A ambos lados del fuego y debajo de los devanes están dos poyos para sentarse y utilizarlos de camastro.
De acceso desde el patio principal a la galería de la vivienda, suele ser interior de dos tiempos o de “ ida y vuelta”
De acceso desde el patio principal a la galería de la vivienda, suele ser interior de dos tiempos o de “ ida y vuelta” el hueco que deja el tramo superior abajo en el patio se aprovecha para la bajada a la cueva y en su defecto para una despensa o alacena. Los respiradero que tienen hechos tanto en obra con en la madera de las puertas son unas verdaderas obras maestras de la más pura tradición mudéjar.
Herrajes
El trabajo joyero, la filigrana y la forja en los herrajes van unidos para conseguir estas piezas singulares: Aldabas, tiradores, bisagras, embocaduras, fallebas, cerrojos, clavos, etc.
LOS MAESTROS DE LA FORJA EN ESTA COMARCA SIEMPRE HA TENIDO FAMA DE VERDADEROS ARTISTAS EN EL OFICIO IGUAL QU LAS ENCAJERAS EN LO TEXTILO ELLOS EN EL HIERRO.
NOGALERA
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